Se era ganadero por tradición y afición. Por lo que solo unos
pocos se dedicaban a ello.
En la época de bonanza económica, personas que con sus negocios
habían ganado dinero, se hacían ganaderos buscando notoriedad para su nuevo
status social. Poco a poco los nuevos ganaderos comenzaron a abundar. La
mayoría de las veces adquirían desechos, o compraban ganaderías a ganaderos
que no tenían la afición de sus antepasados. Criaron un toro cada vez menos
toro. La selección impuesta por el actual sistema ha traído este toro poco
combativo, sin fiereza y sin pujanza. Un toro que permite a los toreros sumar
actuaciones con un riesgo prácticamente inexistente. Estos nuevos ganaderos
para vender sus camadas bajaban los precios para mantener el mercado, o bien,
las vendían de añojos a ganaderos, empresarios y apoderados, para que una vez
recriadas, en sus fincas, les dieran salida en las plazas que regentaban. Los
ganaderos tradicionales, llenos de romanticismo y valores, siguieron
cultivando el legado recibido de sus mayores, continuaron en la cría del toro
encastado y salvaje. Con el tiempo fueron marginados, desplazados e
incomprendidos. Ante la difícil salida comercial que tienen este tipo de
corridas, se vieron obligados a reducir vacas de vientre y a enviar muchas
reses al matadero, desapareciendo con ellos encastes irrecuperables, como
(Atanasio Fernández, la famosa divisa salmantina con 101 años de historia, Sánchez
Cobaleda, más conocida como la de "los patasblancas", también han
sacrificado sus otros dos hierros:“ Terrubias”, de encaste Santa Coloma y
"José Manuel Sánchez" (cruce entre Murube y El Sierro). El Sierro
ha eliminado los machos y las vacas madres se echarán a los charoles.
El legendario hierro de Concha y Sierra es un tesoro genético de
la cabaña brava española. Una ganadería sin igual, con muchísimos años de
historia y con innumerables tardes gloriosas. Desde las últimas décadas del
S. XX los distintos propietarios, de este mítico hierro, se han esmerado en
poder devolver todo el prestigio que antaño tenía y nunca debió perder. En
los toros de Concha y Sierra, aún perdura, en su aspecto exterior, lo más
bello de la raza vazqueña. Es un toro de buen trapío, no excesivamente
grande, muy hondo, corto de manos, morrillo astracanado, es característica su
variedad de pelajes, negros, cárdenos, sardos, salineros, berrendos,
colorados, chorreados, jaboneros, salpicados y con los cuartos traseros,
alunarados o estorninos. Es un toro muy bravo en varas, tardo y aquerenciado
en el último tercio.
En sus orígenes fue creada por D. Vicente José Vázquez. Dos años
después de su muerte, la tercera parte de la ganadería fue adquirida en 1832
por D. Francisco Traviel de Andrade. En 1873 la compró Don Fernando de la
Concha y Sierra, fundador de este hierro, añadió una punta de reses de los
señores de Castrillón, de Vejer de la Frontera, procedentes de la raza
vazqueña de Antonio Mera. La fusión de estas dos partes, la de Traviel de
Andrade y Castrillón, le dio excelentes resultados a Don Fernando que no vio
culminado su creación pues falleció 14 años después de fundarla. Hereda la
ganadería en 1887 su esposa, Celsa Fontfrede, que con el tiempo se
convertiría en una de las más célebres ganaderas de todos los tiempos. Sus
toros eran conocidos como los “Toros de la Viuda”. En 1929 la vacada la
hereda su hija Concepción de la Concha y Sierra y Fontfebre, Viuda de
Sarasúa. Tanto la madre como la hija acreditaron y mantuvieron la ganadería
en la primera línea durante muchos años. La selección realizada por madre e
hija fue siempre encaminada a un toro bravo y con transmisión, propiciando el
éxito de muchos toreros. En aquellos años la casta vazqueña era solicitada
por los primeros espadas. Tan solo
recordar dos importantes tardes: en Madrid el 20 de junio de 1917, Juan
Belmonte logró el mayor triunfo de su vida con el toro “Barbero”. Y en
Alicante el 2 de agosto de 1942, se lidiaron ocho toros de la divisa blanca,
gris plomo y negra en la llamada: “Mejor Corrida de Toros del Año: Fecha
Histórica en Alicante”. Se despedía de los ruedos Marcial Lalanda, y se
presentaba Domingo Ortega, les acompañaron en ese histórico día Juanito
Belmonte y Pedro Barrera. Doña
Concepción muere en 1966, y la ganadería pasa a anunciarse a nombre de su
sobrino, D. Juan de Dios Pareja- Obregón, que a finales de 1968 la vende a
Don José Luis Martín Berrocal, siendo vendida por éste, en 1970 a la Sociedad
americana King Ranch S.A., con la denominación de “los Millares”.
De las novilladas lidiadas desde el 2009, varios novillos han
sido premiados, en varias ocasiones como mejor novillo y mejor novillada de
la Feria del Arroz de Calasparra. Y esta temporada se pudo ver en Madrid la
recuperación que está logrando este hierro. A pesar de esta aparente
recuperación, al no ser productivo este encaste, han decidido venderle. Los
hermanos García Palacios se reservan todos los machos, que lidiarán durante
las próximas temporadas. (Esperemos que no se suelten en las calles del
levante español).
Ahora se dedicarán al otro hierro familiar, “Albarreal” de
encaste "Domecq" y del gusto de los toreros actuales. En 1994 fue
adquirida por los hermanos García Palacios, la anuncian a nombre de Concha y
Sierra y continuaron con una labor selectiva empeñados en recuperar su pureza
para devolver a tan importante vacada al sitio que siempre tuvo.
Concha y Sierra siempre fue la ganadería más “torerista” de la
rama vazqueña, pero en la actualidad está vetada por muchos toreros, según
ellos, es impropia para el toreo moderno. Y la han dejado en fuera de juego.
“Para construir una ganadería hace falta una vida, para
descomponerla solo unos años”, y los hermanos García Palacios, a pesar de su
magnífico trabajo, no han tenido paciencia y se han desprendido del sueño que
perseguían.
Ahora se dedicarán al otro hierro familiar, “Albarreal” de
encaste "Domecq" y del gusto de los toreros actuales
Pedro Barrera en Murcia con uno de Concha y Sierra. Eran otros tiempos
Dirigir esta ganadería es una gran responsabilidad, necesita
romanticismo, pasión, dedicación, paciencia, lucha y ser un enamorado del
toro bravo.
En 1979 fue adquirida por Don Miguel Báez Espuny “El Litri”,
anunciándola a nombre de Toros de Concha y Sierra. Durante esta etapa, Miguel
Báez hizo algún cruce con un toro del Conde de la Corte. Al no ligar, eliminó
toda la descendencia.
“Días antes de venderla mi hijo lidió cuatro toros, de juego
excelente, “El Litri” dejó dos para sementales y comentó: “Que buenos han
sido los cuatro que pena que ahora la venda”.
En 1994 fue adquirida por los hermanos García Palacios, la
anuncian a nombre de Concha y Sierra y continuaron con una labor selectiva
empeñados en recuperar su pureza para devolver a tan importante vacada al
sitio que siempre tuvo.
Concha y Sierra siempre fue la ganadería más “torerista” de la
rama vazqueña, pero en la actualidad está vetada por muchos toreros, según
ellos, es impropia para el toreo moderno. Y la han dejado en fuera de juego.
“Para construir una ganadería hace falta una vida, para
descomponerla solo unos años”, y los hermanos García Palacios, a pesar de su
magnífico trabajo, no han tenido paciencia y se han desprendido del sueño que
perseguían.
De las novilladas lidiadas desde el 2009, varios novillos han
sido premiados, en varias ocasiones como mejor novillo y mejor novillada de
la Feria del Arroz de Calasparra. Y esta temporada se pudo ver en Madrid la
recuperación que está logrando este hierro.
A pesar de esta aparente recuperación, al no ser productivo este
encaste, han decidido venderle. Los hermanos García Palacios se reservan
todos los machos, que lidiarán durante las próximas temporadas. (Esperemos
que no se suelten en las calles del levante español).
Ahora se dedicarán al otro hierro familiar, “Albarreal” de
encaste "Domecq" y del gusto de los toreros actuales.
Un abanico con la imagen de uno de los ejemplares de la legendaria ganadería
La ganadería onubense de Concha y Sierra ha sido vendida en su
totalidad, así como los derechos del hierro. 80 vacas y 4 sementales, se van
a Francia.
El industrial francés Jean Luc Couturier que en febrero adquirió
los Conde de la Corte del Cura de Valverde, ha querido ampliar horizontes con
el puro encaste vazqueño que le ofrece la afamada ganadería de Concha y
Sierra, polo opuesto al encaste del Cura Valverde.
El ganadero francés sostiene que es un orgullo para Francia el
tener una ganadería histórica como Concha y Sierra.
El campo bravo español pierde una ganadería de leyenda.
Confiemos que el francés Couturier sea un romántico, tenga paciencia y sea un
enamorado del toro bravo y no destruya un tesoro de la historia brava
española.
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