domingo, 25 de abril de 2010

ACTUACION EN POSADAS

Si tragicomica fué mi actuacion en Andujar, la de posadas, nada le tiene que envidiar, en cuanto a anecdotas:
Como ya he contado en otras ocasiones, yo entrenaba diariamente en un corralon que el Parroco de San Lorenzo, tenía en el Cerro de la Golondrina, que contaba con una explanada, donde se daba cine de verano y un teatro cerrado. alli todas las tardes Rafael Saco Bejarano y yo entrenabamos algunas veces nos acompañaban compañeros de la rondalla, ya que tambien habia (nosotros llamabanos piscina), pero era un pilón, donde nos bañabamos en verano. tambien venían otros aficionados como nosotros a entrenar, entre ellos quiero recordar a los hermanos Camuñas.
Ya habiamos toreado en un tentadero en "la Lamiriya" la ganederia de D. Ramón Sanchez y habiamos demostrado que eramos capaces deponernos delante y aguantar.

Mientras que Rafael Saco Bejarano, por ser familia de toreros y contar con el apoyo de su familia el cura de San Lorenzo, comenzó a darle novilladas, a mi ante la negativa de mi madre, que ya habia hablado con él con la amenaza de hablar con un tio mio tambien sacerdote y compañero de estudios suyo en Santander, para que este le recriminará la ayuda que pudiera ofrecerme, me dejó completamente de lado. Yo a mis dieciseis años, no entendía de esta descrmininación conmigo, pues estaba ajeno a los tejemanejes de mi madre, de forma que seguia insistiendo para que me echara una mano. Tanto le insistí, que me dijo: "¡Félix!, voy aponerte de sobresaliente en Posadas, si tu te pagas los gastos. Yo en aquel tiempo no entendia porque a Rafael le pagaba todo y a mi me pedia que me pagase los gastos, pero quedé contento porque mas vale poco que nada.
Se trataba de un espectaculo Comico-Taurino, y yo iba de sobresaliente en la parte seria, el novillo lo mataba"El Niño del Zahira".
No recuerdo como conseguí juntar seiscientas pesetas, pero con ese dinero fui a los patios de San Francisco y allí me alquilaron un vestido caña y oro de los que se habian usado en mil y una nocturna. El que usé un año después en Andujar, era de reestreno al lado del caña y oro. Me costó 400 pesetas el alquiler, y con las 200 restantes,teniamos que pagar la fonda, el taxi y los billetes de ida y vuelta a Posadas, de Paquillo, un amigo mio que dijo que venía de mozo de estoques y el mio.Nos acompañaron en esta ocasión ocho amigos del Barrio, que aunque le importaban poco los toros, quisieron venir para animarme.
El espectaculo era nocturno y se celebraba en la plaza de toros portatil instalada en un campode futbol.
Llegamos a Posadas y fuimos a una pensión, donde tambien se vestia "El Niño del Zahira".
A la hora de vestirme, Paquillo quiso ayudarme pero en la vida se las habia visto en otra y si no es por "Guillermo" el mozo de espadas que llevaba "El Niño del Zahira",no se de que forma hubiera ido vestido aquella noche.
Tomé un taxi, para ir a la plaza y el taxista no quiso cobrarme, me dijo "Si algún dia eres famoso, alquila mi coche, para coche de cuadrilla". ¡Que pena que no se pudiera cumplir!.
Acabada la parte cómica, nos preparamos en el patio de cuadrillas,esperando que sonara la música, pero solamente estaban los músicos del espectaculo cómico y dijeron que a ellos no les habia pagado,para actuar en la parte seria, de todas formas un trompeta se compadecio de nosotros y él solo comenzó a tocar el pasodoble cuya letra dice "De noche cuando me acuesto le rezo a la Virgen de la Macarena"......Mas que un paseillo taurino, aquello parecia el toque del "silencio" que por aquel entonces tocaba Rudy Ventura. Con aquella música que a mi se me hizo interminable, cruzamos la plaza en dirección a la presidencia.El tropetista quedó en el tendido, para hacer los cambios de tercio, seguramente, le prometieron una propina, por ello.
Terminado el paseillo, busqué a Paquillo, para entregarle el capote de paseo, y me dió el de brega.
Salió el novillo, que la verdad ni me acuerdo como era, pero supongo que sería un añojo, como los que se echaban en esos espectaculos, solo me acuerdo de la polvareda que formo en la plaza y que al primer capoltazo, ya estaba el "Niño del Zahira" por los aires, después de cinco o seis revolcones, salí yo a hacer el quite que me correspondia sobre la marcha, pense que iba a hacer y decidí hacerlo por chicuelinas. La primera Bien, la segunda, tambien, pero el novillo quedó ya muy cerca mio, así que rematé con una media veronica y marché hacia el burladero contento, tal y como estaba el patio de que no me hubiera tocado.Se cambio el tercio y he aqui, que se habian olvidado las banderillas, así es que uno de los banderilleros le dijo al "Niño", ¡Pide el cambiode tercio!¡Pide el cambio de tercio!asi es que sin banderillear se pasó al tercio de muleta. aqui pasó lo mismo que con el capote, el novillo se enceló con el "Niño" y para el no habia otro en la plaza, solamente lo buscaba con la mirada y cuando lo localizaba, se iba derecho a por el. No me acuerdo siquiera como consiguió matarlo, pero lo hizo y en el mismo coche nos fuimos todos juntos a la pensión. Yo no me habia ni despeinado, pero el "Niño del Zahira", parecia un Hecce-Homo, tenía cardenales por todo el cuerpo y le faltaba medio diente. Una vez cambiado de ropa,salí a la calle y alli, estaban mis amigos todo apurados, diciendome ¡Vamonos para la Estación, que han llamado a la Guardia Civil!, ¿Que ha pasado?, pregunté. Nada que nos hemos peleado en el baile con unos del pueblo y han llamado a la guardia civil, así que sobre las 12 de la nochce, nos fuimos a la estación, donde permanecimos hasta las seis de la mañana, que pasó el tren que nos llevó a Córdoba.

martes, 20 de abril de 2010


Torear y otras maldades
LA CUARTA PÁGINA PIEDRA DE TOQUE
MARIO VARGAS LLOSA
La fiesta de los toros representa una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de VallejoEl intento de prohibir las corridas de toros en Cataluña ha repercutido en medio mundo y, a mí, me ha tenido polemizando en las últimas semanas en tres países en defensa de la fiesta ante enfurecidos detractores de la tauromaquia. La discusión más encendida tuvo lugar en la noche de Santo Domingo -una de esas noches estrelladas, de suave brisa, que desagravian al viajero de la canícula del día-, en el corazón de la Ciudad Colonial, en la terraza de un restaurante desde la que no se veía el vecino mar, pero sí se lo oía.La noticia en otros webswebs en españolen otros idiomas
Prohibir las corridas, además de un agravio a la libertad, es también jugar a las mentiras Es una seña de identidad que no puede ser desarraigada de manera prepotente y demagógicaAlguien tocó el tema y la señora que presidía la mesa y que, hasta entonces, parecía un modelo de gentileza, inteligencia y cultura, se transformó. Temblando de indignación, comenzó a despotricar contra quienes gozan en ese indecible espectáculo de puro salvajismo, la tortura y agonía de un pobre animal, supervivencia de atrocidades como las que enardecían a las multitudes en los circos romanos y las plazas medievales donde se quemaba a los herejes. Cuando yo le aseguré que la delicada langosta de la que ella estaba dando cuenta en esos mismos momentos y con evidente fruición había sido víctima, antes de llegar a su plato y a sus papilas gustativas, de un tratamiento infinitamente más cruel que un toro de lidia en una plaza y sin tener la más mínima posibilidad de desquitarse clavándole un picotazo al perverso cocinero, creí que la dama me iba a abofetear. Pero la buena crianza prevaleció sobre su ira y me pidió pruebas y explicaciones.Escuchó, con una sonrisita aniquiladora flotándole por los labios, que las langostas en particular, y los crustáceos en general, son zambullidos vivos en el agua hirviente, donde se van abrasando a fuego lento porque, al parecer, padeciendo este suplicio su carne se vuelve más sabrosa gracias al miedo y el dolor que experimentan. Y, sin darle tiempo a replicar, añadí que probablemente el cangrejo, que otro de los comensales de nuestra mesa degustaba feliz, había sido primero mutilado de una de sus pinzas y devuelto al mar para que la sobrante le creciera elefantiásicamente y de este modo aplacara mejor el apetito de los aficionados a semejante manjar. Jugándome la vida -porque los ojos de la dama en cuestión a estas alturas delataban intenciones homicidas- añadí unos cuantos ejemplos más de los indescriptibles suplicios a que son sometidos infinidad de animales terrestres, aéreos, fluviales y marítimos para satisfacer las fantasías golosas, indumentarias o frívolas de los seres humanos. Y rematé preguntándole si ella, consecuente con sus principios, estaría dispuesta a votar a favor de una ley que prohibiera para siempre la caza, la pesca y toda forma de utilización del reino animal que implicara sufrimiento. Es decir, a bregar por una humanidad vegetariana, frutariana y clorofílica.
Su previsible respuesta fue que una cosa era matar animales para comérselos y así poder sustentarse y vivir, un derecho natural y divino, y otra muy distinta matarlos por puro sadismo. Inquirí si por casualidad había visto una corrida de toros en su vida. Por supuesto que no y que tampoco las vería jamás aunque le pagaran una fortuna por hacerlo. Le dije que le creía y que estaba seguro que ni yo ni aficionado alguno a la fiesta de los toros obligaría jamás ni a ella ni a nadie a ir a una corrida. Y que lo único que nosotros pedíamos era una forma de reciprocidad: que nos dejaran a nosotros decidir si queríamos ir a los toros o no, en ejercicio de la misma libertad que ella ponía en práctica comiéndose langostas asadas vivas o cangrejos mutilados o vistiendo abrigos de chinchilla o zapatos de cocodrilo o collares de alas de mariposa. Que, para quien goza con una extraordinaria faena, los toros representan una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de Vallejo. Que, para saber que esto era cierto, no era indispensable asistir a una corrida. Bastaba con leer los poemas y los textos que los toros y los toreros habían inspirado a grandes poetas, como Lorca y Alberti, y ver los cuadros en que pintores como Goya o Picasso habían inmortalizado el arte del toreo, para advertir que para muchas, muchísimas personas, la fiesta de los toros es algo más complejo y sutil que un deporte, un espectáculo que tiene algo de danza y de pintura, de teatro y poesía, en el que la valentía, la destreza, la intuición, la gracia, la elegancia y la cercanía de la muerte se combinan para representar la condición humana.Nadie puede negar que la corrida de toros sea una fiesta cruel. Pero no lo es menos que otras infinitas actividades y acciones humanas para con los animales, y es una gran hipocresía concentrarse en aquella y olvidarse o empeñarse en no ver a estas últimas. Quienes quieren prohibir la tauromaquia, en muchos casos, y es ahora el de Cataluña, suelen hacerlo por razones que tienen que ver más con la ideología y la política que con el amor a los animales. Si amaran de veras al toro bravo, al toro de lidia, no pretenderían prohibir los toros, pues la prohibición de la fiesta significaría, pura y simplemente, su desaparición.
El toro de lidia existe gracias a la fiesta y sin ella se extinguiría. El toro bravo está constitutivamente formado para embestir y matar y quienes se enfrentan a él en una plaza no sólo lo saben, muchas veces lo experimentan en carne propia.Por otra parte, el toro de lidia, probablemente, entre la miríada de animales que pueblan el planeta, es hasta el momento de entrar en la plaza, el animal más cuidado y mejor tratado de la creación, como han comprobado todos quienes se han tomado el trabajo de visitar un campo de crianza de toros bravos.Pero todas estas razones valen poco, o no valen nada, ante quienes, de entrada, proclaman su rechazo y condena de una fiesta donde corre la sangre y está presente la muerte. Es su derecho, por supuesto. Y lo es, también, el de hacer todas las campañas habidas y por haber para convencer a la gente de que desista de asistir a las corridas de modo que éstas, por ausentismo, vayan languideciendo hasta desaparecer.
Podría ocurrir. Yo creo que sería una gran pérdida para el arte, la tradición y la cultura en la que nací, pero, si ocurre de esta manera -la manera más democrática, la de la libre elección de los ciudadanos que votan en contra de la fiesta dejando de ir a las corridas- habría que aceptarlo.Lo que no es tolerable es la prohibición, algo que me parece tan abusivo y tan hipócrita como sería prohibir comer langostas o camarones con el argumento de que no se debe hacer sufrir a los crustáceos (pero sí a los cerdos, a los gansos y a los pavos). La restricción de la libertad que ello implica, la imposición autoritaria en el dominio del gusto y la afición, es algo que socava un fundamento esencial de la vida democrática: el de la libre elección.
La fiesta de los toros no es un quehacer excéntrico y extravagante, marginal al grueso de la sociedad, practicado por minorías ínfimas. En países como España, México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y el sur de Francia, es una antigua tradición profundamente arraigada en la cultura, una seña de identidad que ha marcado de manera indeleble el arte, la literatura, las costumbres, el folclore, y no puede ser desarraigada de manera prepotente y demagógica, por razones políticas de corto horizonte, sin lesionar profundamente los alcances de la libertad, principio rector de la cultura democrática.
Prohibir las corridas, además de un agravio a la libertad, es también jugar a las mentiras, negarse a ver a cara descubierta aquella verdad que es inseparable de la condición humana: que la muerte ronda a la vida y termina siempre por derrotarla. Que, en nuestra condición, ambas están siempre enfrascadas en una lucha permanente y que la crueldad -lo que los creyentes llaman el pecado o el mal- forma parte de ella, pero que, aun así, la vida es y puede ser hermosa, creativa, intensa y trascendente. Prohibir los toros no disminuirá en lo más mínimo esta verdad y, además de destruir una de las más audaces y vistosas manifestaciones de la creatividad humana, reorientará la violencia empozada en nuestra condición hacia formas más crudas y vulgares, y acaso nuestro prójimo. En efecto, ¿para qué encarnizarse contra los toros si es mucho más excitante hacerlo con los bípedos de carne y hueso que, además, chillan cuando sufren y no suelen tener cuernos?
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2010. © Mario Vargas Llosa, 2010.

miércoles, 14 de abril de 2010

En casa de D. Fermin Vioque

Es Fermin Vioque, además de un gran Matador de Toros, un magnifico empresario taurino y una excelente persona, con la que me honro en tenerlo como amigo.
Yo lo conocía desde hacia años, de cuando estaba en activo el sabía que yo era Veterinario, especialista en caballos, pero desconocia completamente mi faceta de aficionado al toreo.
Un dia José Luis villafuerte, me dijo, "Vamos a casa de Fermin Vioque, que va a dar un tentadero y me ha invitado". (Iba JoséLuis a torear un festival y Fermin, le dijo que le iba a echar una vaca para entrenamiento).
Llegamos a su casa, donde nos recibió magnificamente, habia varios invitados, ya que se iban a torear dos vacas una para él y la otra para José Luis.
Conocedores de lo que Fermin ama las tradiciones, se decidió sortear las vacas en un sombrero, como si fuera una corrida, metimos los dos números previamente apuntados en dos papeles de fumar en un sombrero y por Fermin sacó el número su hijo.
Se tento la primera vaca,que salió regular, la lidio magnificamente el maestro Fermin y cuando se cansó y la vaca no daba mas de sí, se soltó al campo.
La segunda vaca, que le tocó a José Luis, fué magnifica en el caballo, y en la muleta aquello fué el acabose, José Luis la toreo todo lo que quiso, después salió Fermin Vioque y toreo todo lo que quiso tambien, salió  a darle unos pases, Manolo Vazquez, que la habia picado, y tambien salió el guarda de la finca, la vaca no se cansaba de embestir con una nobleza sin igual. Cuando fermin la estuvo toreando,cuando veia que la vaca se paraba un poco para embestir, le daba un redondo invertido y la vaca nuevamente,se tragaba otra tanda.después de todo este tiempo toreando, José Luis me dijo: "¡Félix! ¡Sal tú!, miré hacia Fermin Vioque y vi la cara que puso, el no conocia mi afición y la vaca tenía cuatro años, no obstante por educación, asintió a que yo saliera. Cité a la vaca y le dí un pase por alto de tanteo, escuchando a continuación al maestro Vioque decir: "¡Félix! esta no es la primera zorra que has desollado". Le di a la vaca tres derechazos, al cuarto la vaca tardaba en arrancarse, así que mirando a Fermin, le dije:"Este maestro, se lo dedico a Vd.", y citando a la vaca por la espalda, le di un redondo invertido, sacandola por delante.. todavia recuerdo con emoción,esos cuernos girando360grados a mi alrededor, siguiendo a la muleta. Desde entonces noto que Fermin me habla de otra manera, con mas complicidad.
El guarda de la fiunca en varias ocasiones, me ha preguntado ¿Tu fuistes novillero a que si?.
La vaca sigue en la casa, Fermin dijo que esa vaca moriria alli de vieja, cada vez que voy por su casa pregun to por ella y si esta cerca, voy a verla.

martes, 13 de abril de 2010

a la vejez viruelas

¿como volvieron a reverdecer en mi, los deseos juveniles de querer volver a torear?.
Yo entré en la facultad, ya bastante mayor, tanto es así que fuí compañero de clase de mi  hija mayor, hasta el punto que ella terminó la carrera seis meses antes que yo, Soy el único que yo conozco que pueda decir,"soy Veterinario como mi hija" y no al contrario como es natural.Teniamos de compañero de carrera a un novillero cordobés, que tenían amistad con mi hija, José Luis villafuerte, yo, lo conocí, y nos hicimos amigos a pesar de la diferencia de edad. Yo le hablé de que habia sido aficionado y que habia entrenado durante mucho tiempo, y que una de las cosas que mas me gustaban era torear aunque fuera de salón. José Luis me dijo que si queria podia entrenar con él, lo que me pareció de maravilla, durante bastante tiempo estuvimos entrenando juntos, yo volví a sentir, aquellas emociones de mi niñez y juventud, y tomando en serio el entrenamiento, tanto que el propio Rafael Sanchez Saco,que vino un dia al entrenaminto, me dijo "¡Felix! estas para reaparecer!.
En 1993, por motivos profesionales, marché de Córdoba y no fué hasta el 2002 que volví de nuevo.
José Luis ya se habia retirado, pero  todos los años toreaba uno o dos festivales, para mantener viva la llama de la afición, además de torear en el campo cada vez que podia.
en el 2003, despues de mi separación matrimonial, fué cuando verdaderamente conté con el apoyo de José Luis y su familia. En la despedida de soltero de José Luis, se torearon dos vacas, y me pidió que saliera y ahí me di cuenta, de que las vacas no me causaban miedo ninguno y que el ponerme delante de ellas, me hacia sentirme vivo  e ilusionado como cuando entrenaba con quince años en el corralon del cerro de la golondrina. Desde entonces, no hay ocasión que se presente que no me ponga delante de una vaca, y una vez que termina un tentadero, ya estoy pensando en cuando será la próxima vez.Y no es que no me hallan dado revolcones, que ya he sufrido unos pocos, pero me levanto gracias a Dios hasta ahora con mas ganas.

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